La mujer desde tiempos milenarios en un claro de luna, o a la orilla de un fuego sagrado, tomaba de la tierra sus frutos, raíces, hojas y semillas para los nuevos tintes que darían colores a los hilos que tejerían leyendas.
Redes invisibles sostienen y fortalecen a cada generación de tejedoras en todo el mundo. Como en una danza sagrada las manos activan un pulso y un ritmo que abre las melodías de esas voces ancestrales que tejían abrigos, mantas para proteger a sus niños y familiares.
Hoy siguen despertando conciencia de unidad y empoderadas enlazan el arte textil y el tejido tradicional que le da identidad y estilo a cada cultura.
Abrazadas a la esperanza de perpetuarse en el tiempo como una urdimbre reparadora que une el cielo con la tierra.
Lazos invisibles que van tejiendo nuevas historias
En una de esas charlas telefónicas que hice con mi amiga Carina Vargas le compartí la necesidad de sumar a la revista información de las culturas originarias y algún ancestro escuchó mi pedido y así hilos invisibles entrelazaron a Mercedes Curtoni (Buenos Aires) quien le compartió a Carina como llegó a entretejer un nuevo despertar en su vida personal y artística; ella venía de las artes plásticas y por una situación de mucho estrés empezó a tener trastornos de ansiedad presentando ataques de pánico. Cada vez que dejaba a su hijo en la escuela hacía tiempo para no regresar a su hogar y enfrentar la soledad, esos hilos etéreos comenzaron a crear esta emotiva e inspiradora historia. A Mercedes le llegó la oportunidad de hacer un taller de tejido en esos horarios libres y fue tal la conexión con esa nueva actividad manual, que empezó a tener nuevas inquietudes y se avecinaba un nuevo oficio. Luego decidió estudiar textilería e hizo talleres de artesanías y de folklore para ir conociendo mejor a los pueblos originarios. Comenzó a conectar con los tejidos andinos y al poco tiempo llegó su primer viaje organizado con el grupo de folklore a la provincia de Jujuy, llegando a conocer Maimará, Tilcara, Uquía, Humahuaca, fue en época de carnaval así que entre colores y fiestas tradicionales, presenció los cultos de los pueblos originarios y los rituales vinculados a la tierra, los tejidos artesanales y toda la belleza que envuelve el lugar en comunión con las personas que fraternalmente la recibieron.
Sintió mucha afinidad con la cultura andina, comenta que en cada línea de hilo se hace presente lo masculino y lo femenino, dualidad que da una cosmovisión genuina de los ancestros.
Ella recuerda que esas técnicas manuales también le dieron una apertura espiritual, relata que al observar a las mujeres, percibía que los pensamientos se entrelazaban, como un diálogo entre hilos que suben y bajan activando memorias heredadas. Lo académico le dio tal vez el empuje, pero lo valioso y verdadero fue vivir la experiencia de estar en esa tierra, donde cada momento es un sagrado instante que integra la inocencia de los lugareños y habilita a conocer la técnica original de los antepasados.
Una mujer transformada, regresa a Buenos Aires, al pasar el tiempo, la vida como un duende travieso develó a Mercedes que una de sus abuelas había nacido en la cordillera andina, con sorpresa -sin saberlo- pudo entender porque se sentía tan atraída a esa cultura. Los vientos norteños siguieron soplando y ella se dejó llevar, así conoció Amaicha del Valle (Tucumán), Cafayate e Iruya (Salta) escribiendo en su libro de vida las diferentes técnicas de artesanías y tejidos; compartiendo relatos llenos de magia ancestral que hoy siguen conectando su corazón y sus manos.
Este arte sanó sus miedos y bendecida por los espíritus andinos, a mi modo de ver, es una de las embajadoras de las diversas técnicas de tejido, actualmente brinda talleres y cuando llega a su vida un alma buscando tejer una nueva historia, ella se entrega a ser el canal de las hebras invisibles que comenzarán una nueva red que le dará pulso a ese corazón universal.
Mercedes recuerda una manta que le hizo su abuela: “No hay palabras que expresen el sentir de ese tejido, como si fuera que en él quedaron los abrazos y apapachos de ella”.
Quiero agradecer a Carmen Ormeño, por el contacto con Mercedes Curtoni y a Carina Vargas por hacer el primer nexo exclusivo para esta revista. Es inmensa la sabiduría de los pueblos originarios, vamos a seguir compartiendo esas enseñanzas enlazando saberes de todos los pueblos del mundo.
G.N.
Tejedora de sueños
Envuelta en los colores matinales Trozos de cielo, flores y montaña A ti, plena de luz y amaneceres Te bordo con mis letras, el poema.
Tus manos de mujer, niña o abuela Aprendieron a hilar risas y penas Con tibieza de sol y luz de luna Arrullaron al niño, entre colores.
[…]
Hoy luces satisfecha y has dejado Tu historia infinita en los telares Pedazos de tu ser, alma de artista Tu esencia de mujer, en un tejido.
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