El relato de historias de las anteriores generaciones han sido contado siempre por los abuelos, algunas en estos tiempos suenan a fantasías, allá en el lejano mundo donde respetar a tus mayores era una tradición sin pena ni culpa, porque esa persona mayor era el más sabio del clan, sus experiencias aportaban mucha información práctica a la familia y hasta diría que sus palabras eran sagradas.
De mi línea paterna no tengo muchos testimonios, pero la dinastía materna, tiene historias increíbles de mis bisabuelos, odiseas relatadas con esa ternura de la voz del amor, el respeto de mi madre hacia la abuela y bisabuela, hasta hoy son de gran ayuda las recetas de los remedios caseros y las costumbres que tenían nuestro linaje.
Tuve la bendición de trabajar hace unos años desde el arte con adultos sabios y mi corazón vibraba muy alto, sentía ese amor y apapacho que son sus narraciones, también expresaban su soledad y muchas frustraciones que sentían de la sociedad al dejarlos fuera del sistema.
Pensar que este país, y muchos países del mundo, se poblaron de mujeres y hombres con la fuerza de clanes que levantaron pueblos, ciudades enteras desde el trabajo en equipo, la honestidad y la buena voluntad. Muchas veces me he quedado mirando sorprendida las obras de arquitectura en diferentes lugares donde viajé o las provincias donde viví algunos años, la excelencia de una puerta de madera con ornamentos de una herrería exquisita, esculturas talladas en piedras en lo alto de edificios o balcones con un minucioso trabajo en ladrillos, colores cálidos llenos de manos que moldearon esos pisos de mármol que tantas veces pisamos sin detenernos a disfrutar esas obras de arte. Cuántos de esos hombres y mujeres hoy están en la historia familiar. Los oficios que se perpetuaban en los pueblos de los cinco continentes, otro tema que llevaría muchas páginas.
En la infancia los abuelos son tan importantes porque la vida que cultivaron les da ese toque de sabiduría que puede desde el amor poner el límite, la comprensión y la tolerancia a los niños y sus padres jóvenes con poca experiencia.
Vino a mi memoria uno de mis escritores favoritos, Gabriel García Márquez, para él, las historias que le contaban sus abuelos lo impulsaron a escribir. Hay una cita que dice:
“Han sido la figura más importante de mi vida. Desde entonces no me ha pasado nada interesante”.
En estos tiempos modernos muchas líneas científicas han estudiado y comprobado la importancia de los adultos mayores, porque gracias a ellos las sociedades han madurado y prosperado los últimos 30.000 años, aquellos grupos humanos con mayor cantidad de sabios mayores disponían de saberes que fueron claves para la preservación colectiva dando la posibilidad a tener mayor cantidad de adultos de la tercera edad. Esos estudios también dieron resultados muy conmovedores al remarcar que los sabios mayores poseen más destreza que la gente joven cuando hay que resolver conflictos.
En los últimos años se hizo muy normal las residencias para personas de la tercera y cuarta edad, porque no tienen familiares que lo cuiden, algunos es porque los abuelos presentan un deterioro cognitivo y motriz, en esos casos se necesita asistencia profesional de la salud física y mental (Gerontología).
Son múltiples las razones por las que ellos terminan en esos lugares, hay personas que decidieron ir a vivir allí para estar en compañía de otros adultos mayores.
En el año de pandemia lamentablemente conocí casos de abuelas/os que sus familiares más directos los aislaron en la casa y no los dejan salir ni para tomar un poco de sol, una de ellas me relató la tristeza que le producia sentirse encerrada y que la forma preventiva era, a través de un vidrio con un orificio para pasarle la comida. Sentia mucha soledad en el día a día, sin poder relacionarse con nadie, salvo el momento que le acercaban los alimentos.
Todos entendimos que el cuidado era necesario, pero también nos llevó a reflexionar como ayudarlos en momentos difíciles, intentando acompañarlos, estar cerca. A viva voz todos acentúaban la ausencia de sus nietos, y en este párrafo sumo lo que dijo el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, doctor pediatra Juan Casado:
“Padres y abuelos son complementarios, los primeros aportan normas, disciplina, trabajo y límites; los segundos, ternura, tolerancia y tiempo; ambos son necesarios.”
La escritora Silvia A. Kohan comparte que lo más saludable y nutritivo de la relación de los abuelos con sus nietos es:
“Están liberados de ser la autoridad y pueden acercarse al niño de una forma más natural”.
“Ocuparse de los nietos. Es decir: jugar con ellos, conversar, compartir visiones, aportar la propia experiencia para arrojar luz sobre las encrucijadas de la vida”.
Nuestros adultos mayores son como nuestros abuelos, es tiempo de cuidarlos, acompañarlos hacerles un lugar en la sociedad para que se sientan valorados. Hay muchas formas de estar presentes, un saludo, una sonrisa cuando los encuentres en una ventana o haciendo las compras, tranquiliza tu paso al caminar cuando lo veas ir a su ritmo pausado, recordemos que tal vez ese sea el único momento que tiene contacto con alguien.
Podemos adoptar abuelos, hay organizaciones que tienen voluntarios que antes de esta situación mundial iban acompañar a los sabios mayores de los geriátricos. Conocí una persona que los días sábados por la tarde iba a la residencia de su barrio a leerles cuentos y siendo tan joven con tanta energía para hacer otras actividades, él elegía compartir sus momentos con los abuelos que había adoptado.
Todos tarde o temprano si seguimos en la senda de la vida estaremos en ese lugar, dejemos huellas de amor, hoy podemos trasmitir el cuidado de nuestros sabios mayores a las nuevas generaciones, nunca es tarde, hoy mismo podemos empezar.
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