Hasta hace unos 5000 años, cada año, en la segunda Luna Nueva después del solsticio de invierno –día que marca el cambio de la primavera al verano en el hemisferio sur-, una especie de monstruo sumamente feroz con una cabeza larga y un cuerno punzante hacía su aparición en las costas de la naciente China.
“Nian” –como lo llamaron los primeros pobladores de la zona- vivía durante todo el año en las profundidades del océano, pero ese día atravesaba la costa para devorar ganado y seres humanos, devastando año tras año al pueblo. Para evitar la tragedia, el día anterior, todos en el pueblo abandonaban sus hogares y se refugiaban en las montañas para esconderse del temible Nian.
Una vez, poco antes del día en que Nian iba a surgir a tierra, cuando los aldeanos se disponían a buscar consuelo en las montañas, un viejo mendigo llegó al pueblo. El anciano, aunque con bastón y pelo blanco, parecía más bien un joven, porque estaba lleno de vigor y mostraba notorio temperamento.
Algunos aldeanos estaban ocupados guardando sus cosas, otros trataban de organizar sus vacas y ovejas. El pueblo entero estaba en caos. Nadie le prestaba atención al viejo mendigo. Sólo una amable anciana le ofreció algo de comer y lo urgió a ir a la montaña para evadir al monstruo.
El anciano le dijo: “Si usted me permite me quedaré en su casa esta noche, espantaré la bestia”. La vieja señora pensó que el hombre sólo bromeaba y ella aconsejó ir a la montaña a esconderse con el resto de la gente, pero el anciano simplemente sacudía su cabeza. La señora, al ver que no podía persuadirlo, se fue a la montaña dejando al viejo mendigo sólo en su casa.
Cerca de la medianoche el monstruo Nian irrumpió en el pueblo. De repente una luz muy brillante que salía de una casa atrajo su atención y Nian se dirigió hacia ella. Cuando llegó vio varios pedazos grandes de papel rojo en la puerta. En ese instante se escucharon grandes explosiones como fuertes truenos, la puerta se abrió y entre luces incandescentes apareció un hombre de traje rojo riendo a carcajadas.
Nian, desconcertado, comenzó a temblar y aterrorizado por el ruido de las explosiones, las llamas y el color rojo, volvió corriendo al agua.
A la mañana siguiente, cuando los aldeanos bajaron de la montaña preparados para ver lo peor, encontraron que el pueblo estaba intacto. Una gran felicidad los invadió a todos. Sorprendida la vieja señora sospechó que el anciano había cumplido su palabra; entonces contó a los aldeanos la historia del viejo mendigo.
Toda la gente del pueblo, curiosa por conocer al anciano, se apiñó en la casa de la señora pero el mendigo ya no estaba. Sólo encontraron papel rojo en la puerta, trozos de petardos desparramados por el patio y muchas velas rojas encendidas dentro de la casa.
Con esos tres elementos –luces, petardos y color rojo- la gente finalmente aprendió a espantar a Nian. Emocionados por este gran descubrimiento los aldeanos vistieron sus mejores ropas y sombreros para visitar a sus amigos y parientes y celebrar juntos la derrota del monstruo.
La palabra Nian empezó a significar “año” en chino y el día que Nian solía aparecer en la costa se convirtió en el día “Guo Nian” que significa “sobrevivir a Nian” o “el paso de Nian”, lo que hoy es Año Nuevo.
La costumbre se propagó a lo largo y ancho del país, y como la primavera es la estación del año, estas celebraciones tomaron el nombre de “Festival de la Primavera”, convirtiéndose así en los días de fiesta más tradicionales de China.
Los rituales y creencias que marcan estas fiestas tienen connotaciones espirituales y culturales de gran relieve, por eso las celebraciones que los acompañan son insuperables en significado. No importa qué cambios ocurran a través del tiempo o cuán difícil situación atraviese el pueblo chino, la magia de reunirse con la familia siempre estará en el centro de los festejos del Año Nuevo Chino.
Cuento de
You Lan
Revista 2013
Comments are closed.