Sentate cómodo, con la columna erguida, en quietud. Muy atento, muy vigilante. Constantemente consciente de la respiración. Como entra el aire naturalmente, como sale el aire naturalmente.
Se consciente del aire que entra a lo largo de toda la inhalación, del aire que sale a lo largo de toda la exhalación, desde el principio hasta el final.
Siente el aire que ha empezado a entrar y se consciente de que el aire está entrando, entrando… Ahora ha parado de entrar y ha comenzado a salir, salir… Ha parado de salir y vuelve a entrar. Así, a lo largo de toda la inhalación completa y de toda la exhalación completa. Constantemente conscientes, siempre conscientes.
Mantené la atención en la zona de la entrada de la nariz y debajo de los orificios de la nariz.
Observá si notás cual fosa nasal es más activa en este momento. Por donde entra el aire… Por dónde sale. Lleva tu atención solo a la respiración.
Si tu mente divaga no te preocupes, volvé a concentrarte en la respiración.
Permanecé meditando unos quince minutos. Puedes poner una alarma suave para lentamente ir saliendo del estado introspectivo.
Al abrir los ojos hacelo muy paulatinamente, fijando la mirada en un punto fijo, permitiendo que poco a poco tu mente vuelva a la cotidianeidad. No te apresures. Buscá disfrutar de esa pausa en tu día.
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