En este mes de agosto seguimos compartiendo historias y leyendas, en esta oportunidad narraremos sobre divinidades femeninas muy veneradas por los pueblos originarios de los andes.
Revivir la identidad de los pueblos andinos de Sudamérica, principalmente de la época precolombina es apasionante ya que está llena de historias y leyendas de los aymaras, incas y quechuas destacando las comunidades preincaicas que sobrevivieron en las regiones que hoy es nuestro norte argentino y países hermanos: collas, diaguitas calchaquíes, guaraníes, chañes, chorotes, chulupíes, tobas, tapietes, wichís y los diferentes grupos étnicos de ese tiempo.
Ellos plasmaron y trasmitieron sus saberes a las generaciones siguientes, es muy grato replicar el eco de nuestros ancestros de Sudamérica compartiendo la cosmovisión que nos adentra a esa conexión especial de los seres humanos como partes de una gran familia cósmica.
Mamacocha era considerada desde tiempos remotos la madre del mar, siendo sus hijos los manantiales, ríos y lagos, también se dice que en esos tiempos esta deidad podía guiar directamente a los guardianes de la naturaleza ya que su presencia vital estaba conectada a todos los seres vivientes.
La leyenda inca más divulgada es que en esos tiempos antiguos Mamacocha convivía con los humanos de noble corazón, trasmitiéndoles enseñanzas que conservaban el respeto, la paz y la armonía; impulsándolos a cultivar y cuidar todos los recursos que favorecen a todos los seres vivientes, entendiendo a las diferentes especies que habitan en la naturaleza. Los mares, ríos y lagunas deben ser protegidos para mantener el equilibrio de todo el planeta. Eso les aseguraba que el medio ambiente traería prosperidad y conexión directa con los espíritus de la naturaleza.
Mamaquilla era la hija de Mamacocha y Viracocha, el dios creador del mundo para el imperio inca. Ella era representada como la madre luna, encargada de proteger a las mujeres, sostener y ser el puente de la fertilidad y la fecundación acompañada con su hermana Pachamama.
Cuenta una de las leyendas que las manchas oscuras que tiene la luna se deben a un zorro que estaba tan enamorado por su luz y belleza que cuando llegó su momento de ir al cielo ella lo abrazo tan fuerte que desde ese instante es parte de su cuerpo.
Madre Luna o Mamaquilla para los pueblos andinos era la portadora de luz y vida, sus ciclos lunares daban las fechas propicias de la siembra y la cosecha haciendo una dupla exquisita con Pachamama. Admirada y respetada por todas las comunidades, principalmente por las mujeres que querían casarse y tener hijos.
Pachamama, la Madre Tierra, divinidad que todo lo sostiene, es creadora de vida en todo el planeta, tiene tantas capacidades trasformadoras que desde las primeras civilizaciones se percibió su presencia como una madre que protege a los seres humanos y provee generosamente desde alimentos hasta los más preciosos minerales que pueden ser usados por los habitantes de este planeta, guardiana de las montañas, praderas, bosques y ríos, amorosa protectora de los animales ayudándolos a crecer y reproducirse en libertad.
Compartimos el link en donde contamos la leyenda de Pachamama.
Podemos enunciar que los ritos más conocidos se realizan en la Laguna Mamacocha en Castilla (Arequipa). Los cultos a Pachamama son en diferentes partes del Perú, Bolivia, Chile, Argentina Ecuador y Colombia, durante el mes de agosto preferentemente en regiones con naturaleza, se festeja la fertilidad de la tierra y es el momento propicio para la siembra.
En septiembre la fiesta de Coya Raymi es dedicada a la Madre Luna, Mamaquilla, manifestando el tiempo de fecundación de la tierra, sus ceremonias están dirigidas por mujeres que cantan y danzan desplegando su femineidad, despertando las virtudes de la mujer en las más jóvenes, agradeciendo la llegada de la cosecha y entre los pedidos más destacados está la protección para evitar calamidades naturales.
Los mitos y leyendas tienen ese lenguaje que despierta en algunos la necesidad de encontrar respuestas a toda esta grandeza que nos rodea y reflejan historias que vivieron los pueblos ancestrales. Interpretando, tal vez, que hay un sentido más profundo en nuestro paso por este lugar tan maravilloso llamado cariñosamente planeta azul. ¡Apúrate a programar tu próxima aventura en la naturaleza!
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