Confucio sobre la educación

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Confucio venía de una familia noble venida a menos y a lo largo de su vida alternó periodos en los que ejerció como maestro con otros en los cuales fue funcionario. También trabajó, durante un tiempo, de carpintero en el noreste de China. Su sentido de moral y su planteo para una sociedad ideal generaron gran impacto en China y el mundo en general lo que hace que Confucio sea considerado uno de los pensadores más importantes de la historia de la humanidad.

Podríamos sintetizar (burdamente) la doctrina confuciana en una serie de mandatos que deberían ser los principales deberes de todo hombre de gobierno pero que también se pueden transpolar a todo ser humano de a pie. En principio su planteo es cultivar la virtud personal y buscar hacer todo con la mayor excelencia posible.
Tanto en la vida privada como en la pública, sostenía que siempre hay que observar el sendero superior del “justo medio“. Proponía como objetivo final la paz universal y la armonía general.

En el legado escrito que dejó, Analectas, una colección de conversaciones con sus discípulos, se puede observar que basaba toda su filosofía moral en una enseñanza central: la virtud de la humanidad basada en la benevolencia, la lealtad, el respeto y la reciprocidad… valores que se ponen en práctica en las relaciones humanas.

Puntualmente sobre la educación Confucio sostenía que debería ser universal y no clasista. Porque para una sociedad respetable, “el saber es la base de la calidad en la función que pueda ejercer cada individuo. La educación hace al hombre un ser más civilizado; puesto que le da la facultad de superar sus instintos innatos”.

Sostenía que el sabio debe autocuestionarse continuamente: “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber. El sabio sabe que ignora”. También recomendaba “estudiar el pasado, para pronosticar el futuro”.
A su vez tendió más de una advertencia para no dejarse llevar por las apariencias: “Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso”.

En tiempos de fake news vale también recordar sus palabras cuando decía que “Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil. Aprender sin reflexionar es malgastar la energía”.

Confucio tenía consejos de sobra en la búsqueda incesante hacia la excelencia como ser humano: ´Cuando veas a un hombre sabio, busquemos igualar sus virtudes. Cuando veas un hombre desprovisto de virtud, examinémonos nosotros mismos´. En otras palabras, copiar lo que valga la pena, y al ver defectos, buscarlos en uno mismo para autocorregirse.

Para Confucio el hombre noble “tiene una mente amplia y sin prejuicios. El hombre inferior en cambio es prejuicioso y carece de una mente amplia.”

 

 

Foto de arriba: la imponente escultura de bronce, de tres metros de altura, que representa a Confucio está situada en la Plaza Sicilia, Palermo (Avenida del Libertador y Casares).

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