Aromas terapéuticos. Medicina alternativa

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La aromaterapia es una de las artes curativas más antiguas, si bien su fecha y lugar de origen son inciertos. En algunos manuscritos chinos se menciona el uso terapéutico de los aceites vegetales, y hay testimonios de que los persas usaban aguas destiladas de rosas y de azahar como remedios para curar enfermedades y como cosméticos.

El médico árabe Avicena perfeccionó en el siglo XI el proceso de destilación y obtuvo aceites esenciales con mayor grado de pureza. Se cree que los griegos y los romanos difundieron en Occidente el conocimiento chino de los aceites medicinales. A partir del siglo XIII comenzó a generalizarse en Europa el uso de los aceites como perfumes, antisépticos y remedios curativos.

El término aromaterapia no fue acuñado sino hasta principios del siglo pasado. El químico francés René Ganfosse inventó el vocablo, y fue el pionero en el empleo medicinal de los aceites esenciales. Él mismo comentó que después de quemarse la mano accidentalmente, la metió sin pensar en aceite de lavanda, y quedó sorprendido por la rapidez con que dejó de dolerle y de lo rápido que se curó la piel sin dejar ampollas ni cicatrices. Durante la Primera Guerra Mundial el químico francés descubrió las propiedades de muchos otros aceites mientras auxiliaba a los soldados heridos. Su obra fue continuada por el médico francés Jean Valnet y por la bioquímica y cosmética Marguerite Maury, también de nacionalidad francesa. Valnet usaba los aceites esenciales para combatir enfermedades graves como cáncer, tuberculosis y diabetes y en muchos casos con éxito. Por su parte, Maury combinó la aplicación de los aceites con técnicas de masaje y con diversos tratamientos de belleza y de cuidado de la piel.

Los aceites extraídos de plantas, los cuales son muy concentrados contienen las sustancias que dan olor característico a estas. Dichos aceites son producidos por unas diminutas “glándulas” distribuidas en los pétalos, las hojas, los tallos, la corteza y la madera de muchas plantas y árboles.

Comúnmente son liberados en forma progresiva, pero si estas partes de las plantas son sometidas a calor o presión, las glándulas revientan y el aroma se intensifica. Para extraer los aceites esenciales se usa un proceso de destilación que consiste en evaporar la esencia de la planta.

Aunque el grado de pureza de las resinas es menor que el de los aceites esenciales, pues quedan residuos de solvente en ellas aún después de purificarlas, también tienen valiosas propiedades terapéuticas.

Dichos aceites generalmente se aplican sobre la piel y se hacen penetrar mediante un masaje, pero también pueden inhalarse, agregarse al agua de baño, usarse en compresas y cuando su grado de pureza está garantizado, ingerirse en forma diluida.

Se considera que la inhalación surte efecto más rápidamente porque las moléculas odoríferas de los aceites provocan una reacción inmediata en las células nerviosas del cerebro.

Sugerencia: emplear con cuidado los aceites y las resinas, pues en ocasiones pueden provocar alergias y afecciones cutáneas que podrían infectarse. No se recomienda ingerir estos aceites a menos que sean prescriptos por un médico experto en aromaterapia.

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