Desde que empezó la pandemia, ¿cuántas veces en el día nuestra mente no ha divagado entre laberintos oscuros creando una sensación de miedo e incertidumbre? Muchas veces inspirada en toda clase de información nefasta que como rocóla se esparce por todos los canales de televisión y las redes sociales. Nos hayamos así preguntándonos: ¿Por qué dejé entrar esa información si después no puedo procesarla serenamente? Más cuando descubrimos que no depende de nosotros, porque nos excede, sabemos que creer que podemos individualmente resolverlo es una fantasía. ¡Las veces que hemos sentido la frustración de los proyectos que no pudieron seguir su rumbo y hemos despertado con tristeza por todos aquellos seres humanos que están viviendo la desdicha de enfermar, morir, no tener hogar, ni trabajo! ¡Una amarga realidad que nos azota cada día!
El tiempo también nos ayuda a aceptar las realidades que van a ir transformando nuestras vidas, fortaleciendo nuestro espíritu y creciendo como seres humanos.
Un amigo, Adrián Spinelli, nos compartió una historia que es muy valiosa en estos momentos que la humanidad requiere más unión, más compromiso, con nuestra familia, el cuidado personal y con la gran familia que somos en nuestro país y todo mundo.
Lo verdadero es aquello que nos permite evaluar las experiencias, que aprendemos a medida que caminamos. Lo destacado siempre es la acción a seguir, a veces paso a paso en un ritmo lento, teniendo la convicción de que todo miedo puede ser vencido enfrentando lo que se presente. Estar muy atentos.
Siempre algún alma generosa puede guiarte como en esta historia del Sr. Gu, recibiendo ayuda de los médicos, que sumado a sus saberes, hizo que pudiera enfrentar al oscuro patógeno y vencerlo con sus propias herramientas biológicas. Cuando leímos la historia nos conmovió su fuerza a pesar de estar solo en esa sala de hospital. Su espíritu indomable trajo a su mente una sabia instrucción que le dio mayor veracidad a sus técnicas milenarias y que meses después, a través de su alumno, también benefició a una señora de avanzada edad.
Nos quedamos reflexionando sobre la importancia de encontrar nuestra fuerza vital para sobrevivir en momentos donde todo puede terminar, hasta nuestra propia vida.
"UN MOMENTO PUEDE CAMBIAR UN DÍA, UN DÍA PUEDE CAMBIAR UNA VIDA Y UNA VIDA PUEDE CAMBIAR EL MUNDO"
Gautama Buda
La vida está llena de momentos y cada uno de ellos me ha enseñado atesorarlo. Plasmar en este espacio de tiempo las experiencias y saberes ancestrales, es mantener viva la luz interna que nos legaron, sigamos transitando el camino. ¡Despertando lo esencial!
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