Qi Gong: historia y automasajes

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Según la historia, un monje budista del Sur de India llamado Bodhidharma, desarrolló el Qi Gong a partir del Yoga Tibetano. Fue el vigésimo octavo patriarca del budismo y el primer patriarca legendario y fundador de la forma de budismo Zen o Chan. Emigró hacia el norte, bajo el reino del emperador Wu del Liang (502-549 DC), con la intención de introducir su filosofía de vida en China.
Al llegar a China, fue directamente a ver al emperador pero éste lo rechazó porque era seguidor de Confucio. Bodhidharma se retiró al monasterio Shaolin. Al llegar percibió que los monjes taoístas que allí habitaban estaban débiles, enfermos y recibían los ataques de muchos bandidos. En una cueva cercana se sentó en zazen para ver cómo podía solucionar el problema. Al salir enseñó un tipo de yoga que permitió a los monjes solucionar su salud y defenderse de los bandidos sin interferir con sus creencias taoístas. En la actualidad a ese yoga desarrollado en China, lo llamamos Chi Kung (Qi Gong), es el fundamento del Tai Chi Chuan y a su vez del Kung Fu, unificando de esta manera los estilos marciales externos e internos.
En próximas publicaciones desarrollaremos un poco más sobre la filosofía de vida de Bodhidharma.
A continuación compartiremos con ustedes unos sencillos ejercicios de automasaje que son realizados en la práctica de Chi Kung, para equilibrar y fortalecer los Meridanos de energía.

FRICCIÓN DE LAS MANOS:
Siempre nos frotaremos las manos antes de cada sesión de masaje y lo mismo entre cada masaje en cada lugar del cuerpo, esto se realiza con motivo de concentrar la energía en ellas y asimismo nos concentraremos en las palmas y las puntas de los dedos puntos desde los cuales se emitirá energía curadora y sanadora.

 

MASAJE DEL ROSTRO:
Las manos sobre la frente por delante hacia los ojos, las mejillas y la boca y hasta la barbilla, de allí comenzaremos a realizar movimientos circulares como muestra la imagen, la fricción será ligera en sentido descendente y algo más intensa hacia arriba.
EFECTOS: Vigoriza toda la energía del rostro, tonifica la piel, y los músculos faciales, este masaje contrarrestar la flacidez facial y ayuda a prevenir la formación de arrugas.

MASAJE DE LA FRENTE:
Efectuar la fricción de las manos y luego masajearse alternativamente como lo indica la figura (15 pases con cada mano).
EFECTOS: Favorece la circulación sanguínea y energética en los senos frontales así como a nivel cutáneo con señalado efecto antiarrugas.

MASAJE DEL CUERO CABELLUDO:
Efectuar primeramente la fricción de manos luego usando los dedos como si fueran los dientes de un peine los deslizamos de adelante hacia atrás hasta 15 veces en forma de vaivén, luego realizamos los mismos movimientos pero más lentamente sin vaivén como arañando el cuero cabelludo con las uñas con un poco más de presión. Repetir 15 veces.
EFECTOS: Tonifica los cabellos y ayuda a evitar la pérdida del cabello, además al arañar el cuero cabelludo (sin exagerar por supuesto) fortalecemos las raíces de los pelos. Este masaje produce que energía fluya hacia la vesícula biliar y la vejiga, incluso se vigoriza el cerebro. Es bueno inclusive en los viajes largos para quitar la fatiga del volante.

MASAJE DE LOS OJOS:
Luego de friccionar las manos las apoyamos de plano sobre los ojos y seguidamente las alejamos hacia las sienes al mismo tiempo que frotamos toda la región de los ojos los párpados y las cejas. El meñique colocado debajo del ojo masajea el arco del hueso de la órbita.
EFECTOS: Fortifica los ojos y la visión, y aporta el descanso necesario después de una larga actividad de mucha concentración o con una computadora. Potencia la energía de los ojos y la del hígado, al presionar ligeramente sobre los parpados estimulamos también la energía del corazón.

MASAJE DE LA NARIZ:
Después de la fricción de manos masajeamos con el dedo índice los costados de la nariz desde las aletas hasta el entrecejo en vaivén 30 veces.
EFECTOS: Destapa la nariz, estimula el olfato, tonifica la energía de los pulmones, y actúa sobre los puntos reflejos de la nariz.

 

MASAJE DE LOS LABIOS:
Friccionamos las manos, colocamos un dedo índice en forma longitudinal, por encima del labio superior, y el otro índice sobre el labio inferior en el hueco del mentón. Masajeamos 15 veces y luego invertimos la posición de los dedos el que estaba arriba abajo y viceversa, masajeamos 15 veces más.
EFECTOS: Estimula los músculos de los labios y frena la aparición de arrugas alrededor de la boca. Estimula las energías de los órganos bazo, páncreas y estómago.

MASAJE DE LAS OREJAS:
Tras friccionarnos las manos, tomamos el anular y el medio del lado correspondiente y masajeamos vigorosamente de arriba hacia abajo.
Luego nos cubrimos las orejas con las palmas de las manos y masajeamos de atrás hacia adelante doblando y desdoblando las orejas 30 veces… Seguidamente pellizcar el pabellón con el índice y el pulgar y darle masaje.
EFECTOS: Estimula la circulación energética en el oído, potencia la audición. Las orejas además guardan relación con los riñones, en consecuencia estimulamos también la energía de ellos. Por otra parte los pabellones de las orejas son zonas reflejas en donde se proyecta todo el organismo, de modo que al estimularlos activamos todos los puntos reflejos y fortalecemos todas las funciones en conjunto.

MASAJE DEL PALACIO DEL VIENTO:
Nos frotamos las manos para calentarlas y con la punta de los dedos frotamos el hueco que muestra la figura. Presionar 30 veces con fuerza, o describir círculos pequeños frotando enérgicamente.
EFECTOS: Ayuda a conciliar el sueño, sosiega el espíritu, combate los dolores y previene jaquecas.

MASAJE DE LA NUCA:
Las manos apoyadas a la altura de la nuca, bajan a lo largo de las vértebras a uno y otro lado de ellas hasta llegar al musculo trapecio en la base del cuello.
EFECTOS: Favorece la circulación de esa zona y la de la energía del bulbo raquídeo, desentumece la nuca, previene la artrosis, la parálisis de las vértebras cervicales y regula el sueño.

 

 

Prof. Nerina Wu Lanqian

 

 

Imágenes del libro La gimnasia de la eterna juventud de Yves Réquéna, Ed. Robin Book, Barcelona 1996.

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