Electromagnetismo del cuerpo humano

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Desde el principio del siglo XVI la humanidad ya contaba con un médico adelantado a la época que investigaba las fuerzas magnéticas de la naturaleza, y todo aquello que pudiera definir la existencia del ser humano y todos los seres vivos en el planeta azul.
Se hacía llamar Paracelso, era un apasionado descubridor de las plantas, minerales, vegetales hasta los astros participaban en su majestuosa observación. Consideraba que todo estaba conectado a una fuerza superior, sus estudios fueron profundos y a viva voz impulsaba la importancia de creer en esa energía sutil, porque ella te guiaría a comprender las virtudes de la naturaleza.
Fue un pionero en la biología, en la medicina homeopática, hasta Carl Jung lo destacaba como uno de los principales precursores en el psicoanálisis. Hizo aportes fundamentales en las diferentes ramas de la medicina entre ellas la farmacia y la alquimia de los metales y minerales. Desde muy joven ya cuestionaba la medicina clásica, creía que los seres humanos son un microcosmos y que un buen médico no es el que más se prepara académicamente, sino el que mejor entiende la naturaleza y el orden cósmico.
Él consideraba que las plantas y minerales se alimentaban de fuerzas internas de la tierra y la luz que recibían del sol, esas fuerzas estaban constantemente interactuando en polos positivos y negativos, permitiendo un equilibrio biológico en los seres humanos y todo lo viviente en el planeta. Consideraba que la tierra era como un imán, y entender esas fuerzas revelaría todos los secretos del universo.
Este médico realizaba toda clase de terapias para sanar a los enfermos ya sea con sus preparados de plantas, minerales o metales. Comentan que utilizaba para tratar diferentes dolencias herraduras las cuales las colocaba en el cuello, corazón u otras partes del cuerpo de sus pacientes, logrando asombrosos resultados. Hoy esta forma de abordar ciertos desequilibrios en el cuerpo lo realizan, médicos, kinesiólogos, fisioterapeutas a través de la magnetoterapia.
De Paracelso a la actualidad innumerables personas vienen realizando profundos estudios del campo magnético de la tierra, como así también los efectos sobre el cuerpo humano y todos los seres vivos.
La ciencia moderna asegura que el planeta tierra es un imán gigante, que nuestra atmósfera tiene un campo eléctrico que se carga con las tormentas, siendo ellas las baterías que producen y originan ese campo.
Todos nos encontramos viviendo en el campo eléctrico del planeta y también el campo electromagnético que desciende del sol, en forma de luz ingresando a la tierra y alimentando a todo ser vivo que toma la carga de esos fotones convirtiéndola en energía química, la cual va a permitir crear vida.
Biológicamente somos seres hechos de átomos moleculares que crean campos electromagnéticos en nuestro interior, ese campo magnético, se está moviendo como corrientes eléctricas en el sistema nervioso, sistema cardíaco y tenemos órganos como el hígado y el pulmón que acumulan materiales magnéticos, somos un sistema en movimiento constante de energía. Te compartimos el link (Revista-bienestar.com.ar/vibrar-alto) donde profundizamos sobre las frecuencias vibratorias del cuerpo humano.

La invisible contaminación electromagnética
En este tiempo donde la tecnología se ha impuesto en nuestra vida personal y laboral, muchos hemos notado, que sigilosamente se ha poblado de muchas antenas de telefonía y de pequeñas cajas que llevan el cableado de las compañías de Internet. Supuestamente no emiten ninguna onda que pueda dañarnos, dicen las empresas que por cierto invierten en publicidades para convencernos de que la tecnología nos proporcionaría una mejor calidad de vida.
La realidad es que no somos conscientes de esas frecuencias que se encuentran interactuando porque no se ven, no se puede tocar, ni tampoco oler. Las pantallas de las computadoras, el celular, el plasma o televisión, el wifi, hornos microondas y otros aparatos electrodomésticos emiten ondas constantemente y nuestro cuerpo puede recibirlas y reciclarlas siempre que tengamos el hábito de sumar a nuestra alimentación jugos verdes -para contrarrestar los radicales libres- así como ir a lugares naturales para descargar esos excesos frecuenciales.
Describen los especialistas dedicados a la salud geoambiental que el espacio donde transcurre nuestra vida muchas veces sin saberlo puede estar siendo invadidos por alteraciones en el campo magnético terrestre, también por radiaciones artificiales y comparten su preocupación sobre el exceso de tecnología ya que ella está produciendo un ambiente con mayor toxicidad para el cuerpo, perturbando el sistema biológico y obligando a una constante adaptación de los sistemas vitales.
Tenemos en todo el mundo organizaciones y fundaciones constituidas por médicos, científicos y especialistas en salud ambiental que estudian, detectan y miden los diferentes fenómenos peligrosos que viven las sociedades modernas de los últimos veinte años. Cada día más profesionales de la salud integran estos saberes tanto en el ámbito de la prevención como en los métodos terapéuticos de enfermedades graves, a los que también se suman profesionales de terapias alternativas. La mayoría de estos grupos de seres humanos con vocación de servicio se encuentran en los diferentes países del mundo siendo cada vez más los que guían desde sus investigaciones cuán dañino puede ser para el cuerpo, la mente y el planeta.

Cómo cuidarnos de las ondas que alteran el equilibrio biológico
La observación a nuestros comportamientos son fundamentales para encontrar lo que nos produce desequilibrio ya sea físico, mental o emocional. Por ejemplo, el celular está emitiendo radiación y la misma produce aumento de la temperatura de los tejidos del cuerpo, por lo que es aconsejable mantener el aparato a una distancia de 40 cm aproximadamente cuando escribimos mensajes y debemos evitar apoyar el aparado en la cabeza durante las llamadas. No es recomendable dormir con el celular a lado de la cama, habría que desenchufar todos los aparatos eléctricos así como también el wifi, para evitar que la casa siga emitiendo esas ondas que se encuentran en las paredes, en los techos y lamentablemente también en los espacios abiertos.

 

 

Fuentes:
“Efectos biológicos del campo electromagnético”, trabajo de investigación de Miguel Ángel Solano Vérez y Juan Sáiz Ipiña.
“Contaminación electromagnética”, mediciones y estudios por Joan Carles López.

 

Imágenes:
Gráfico: Saludgeoambiental
Cielo (tapa): pexels-faik-akmd
Antena: pexels-nur-andi-ravsanjani-gusma
Bosque con sol: Nationalgeographic

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